Jugar es un derecho y un deber. Es una necesidad vital para el
desarrollo integral del ser humano a lo largo de toda su vida.
Enseñar a jugar en el aula, en casa, en los recreos y ludotecas, en
centros terapéuticos… permite interiorizar los fabulosos aportes
de las actividades lúdicas en la infancia, niñez y adolescencia. Y
les prepara para disfrutar su tiempo libre en todas las etapas de
la vida.