Bases de una buena convivencia en la escuela: dialogos y acuerdos
Para resolver conflictos es necesario enseñarles a dialogar y a ponerse de acuerdo, y potenciar la ayuda entre compañeros.
Los niños pueden resolver los conflictos sin agresividad, dialogando, pero necesitan que les enseñemos, en lugar de resolverlos nosotros. No les debemos pedir que los resuelvan, sin haberles enseñado cómo hacerlo. No se reúnen únicamente los que tuvieron el conflicto, sino todo el grupo, porque todos tienen que contribuir a resolverlo.
- Los conflictos son suyos, no nuestros. Les ayudamos a resolverlos enseñándoles a exponer su punto de vista expresando sus sentimientos y a escuchar los de otras personas. También enseñándoles a establecer sus normas y límites de convivencia: lo que pueden hacer y lo que no deben hacer, y las consecuencias (nunca castigos) que les ayudarán a cumplir las normas que les cuestan.
- Los conflictos se resuelven cuando los ánimos están calmados, no exaltados.
- Al agredido no debemos animarle a agredir. Le enseñamos a defenderse diciendo “no” con firmeza. Y si no le hacen caso, le enseñamos a pedir ayuda.
- Al agresor no debemos agredirle. Le enseñamos a decir lo que quiere en lugar de agredir. También le enseñamos a controlarse, a tranquilizarse, alejándose de quien desea agredir. No hay que mandarle a pensar. Ni pretender resolver los conflictos con un abrazo o pidiendo perdón.
- El que incumpla la norma de convivencia, se separa un rato del grupo. Las consecuencias se cumplen siempre y a la primera. Son una ayuda para cumplir las normas que cuestan.
- Necesitan ensayar para aprender a resolver sus conflictos. Son ellos quienes tienen que recordarse lo pactado y quienes se deben ayudar a cumplir las normas y consecuencias. Si alguno no hace caso, deben pedir ayuda a la educadora para que intervenga, pero no para sancionar al que no hace caso a sus compañeros, sino para que les escuche.
Nuestra actitud y compromiso respecto a la resolución de conflictos
- Debemos ser respetuosos con sus acuerdos, ayudándoles a cumplir lo pactado.
- Nuestra actitud debe ser firme y coherente. Ni sobreprotectora ni autoritaria o agresiva.
- Al que necesite vivir una consecuencia por no cumplir la norma de convivencia, siempre se le anima para que continúe esforzándose, aunque tenga fallos. Y siempre se refuerzan sus logros, se le felicita por lo que va consiguiendo.
- En el momento del conflicto, si no le hemos enseñado a resolverlo, lo resolvemos nosotros. Les separamos. Después hablamos sin gritos, sin recriminaciones, sin quejas, sin culpabilizar.
- Los conflictos no se deben olvidar sin resolverlos, se deben resolver para olvidarlos.