¿Es el derroche de regalos lo que realmente produce satisfacción a nuestros hijos? En muchas ocasiones el exceso de juguetes les provoca una especie de empacho, una saturación, que les impide sacar el posible disfrute que encierra cada juego. Por otro lado, muchos de los juguetes que los niños reciben no provocan en ellos el menor interés para realizar sus actividades lúdicas, sólo los pidieron porque la publicidad les hizo creer que los deseaban, pero no les van a producir nada más que una satisfacción momentánea, superficial, que desaparecerá poco después de recibir el regalo.
Maite Vallet aconseja no permitir que reciban demasiados regalos. «Podemos ayudar a nuestros hijos a seleccionar los juguetes que desean pedir a los Reyes Magos de manera que no se limiten a optar entre los que conocen a través de la publicidad, y para orientarles acerca de qué y cuánto pueden pedir. Si vemos diferentes catálogos de juguetes con ellos, les podemos mostrar más opciones además de explicarles por qué consideramos que hay alguno que es mejor descartarlo.»
Y podemos hacer algo más, enseñarles a desprenderse de algunos juguetes para ofrecérselos a otros niños que no tienen sus mismas oportunidades en la vida. Cuando enseñamos a nuestros hijos a vivir a gusto con pocas cosas y a ser generosos y solidarios con los demás, les estamos enseñando a experimentar el disfrute de lo cotidiano, de lo sencillo, en lugar de acostumbrarles a sentir amargura porque no pueden consumir a diario y derrochar los días especiales.
Con demasiada frecuencia reciben, por parte de abuelos y otros familiares, más juguetes de los que pueden disfrutar. En ese caso, Maite aconseja explicarles que guarden parte de los regalos y que los vayan sacando poco a poco, para disfrutarlos a fondo, conociendo y aprovechando todo lo que les pueden aportar.
El espíritu de la Navidad debería asociarse con la alegría de compartir nuestro tiempo con las personas a las que queremos o con las personas que nos necesitan, y no con el hecho de hacer regalos a diestro y siniestro.
El hecho de compartir con su familia, cercana y lejana, momentos especiales: encuentros, paseos, salidas, juegos…, hace que sientan una gran satisfacción y genera, con el paso del tiempo, ese cúmulo de recuerdos entrañables que permanecen en cada uno de nosotros a lo largo de nuestra vida.