Enséñale. No le exijas que lo sea sin explicarle cómo logarlo.
- Enséñale a ordenar su espacio y objetos personales, antes de pretender que contribuya al orden de espacios comunes.
- Enséñale a ordenar su horario, de acuerdo a las actividades que necesite desarrollar cada día: actividades diarias, de estudio, y de tiempo libre.
- Ayúdale a descubrir las ventajas del orden en su vida. No pretendas que ordene por obediencia externa o por temor a amenazas y castigos.
- Ayúdale a descubrir las ventajas del orden en la vida de las personas que conviven con él, para que desarrolle su empatía y solidaridad.
- Explícale lo que debe ordenar de acuerdo a lo que ha aprendido, y establece límites claros: no lo debe dejar desordenado.
- Establece la consecuencia en caso de dejar algo en desorden: lo tendrá que ordenar en otro momento, nadie se ocupará de ordenarlo.
- Anímale a ser ordenado. No le castigues, cumple la consecuencia establecida.
- Felicítale cuando consiga ser ordenado. No le des premios materiales: ¡valorar su esfuerzo es el mejor premio!