¿Malas madres? Ser buenos padres no es desvivirse

Ser padres forma parte de un proyecto de vida más amplio.

¡No somos únicamente padres! Tenemos un proyecto de vida personal, independiente del de paternidad/maternidad.

Dejemos de considerar que la situación ideal para nuestros hijos es tener un padre y una madre que les dedican todo su tiempo y que cuando no están con ellos es porque trabajan para ellos. Necesitan saber que sus padres no les pertenecen, del mismo modo que los hijos no pertenecen a sus padres.

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Los hijos tendrán una visión más autónoma y solidaria de la vida si tanto su padre como su madre desarrollan un proyecto de vida propio. Tendrán la oportunidad de comprender mejor a los demás y estarán mucho mejor preparados para convivir si sus padres amplían sus relaciones sociales, en lugar de limitarlas a los hijos y a su propia familia.

La sociedad sobrecarga a los padres. Muchos se sienten culpables o angustiados por no dedicar más tiempo a sus hijos. Otros sacrifican su proyecto personal y se dedican exclusivamente a ejercer de padres. Hipotecan su vida en la crianza de los hijos: se «desviven» por ellos.

Una vida basada en el sacrificio, en el sometimiento o en la renuncia no beneficia a nadie. Los padres que no tienen vida propia, hacen a sus hijos dependientes y, posteriormente, les pasan factura: «Yo me desviví por ti, ahora te toca desvivirte por mí».

Vivamos de manera que comprendan que forman parte de nuestro proyecto de vida, que son importantísimos, pero que el hecho de ser padre o madre no absorbe nuestras vidas, no supone el final de nuestro proyecto personal.

Es cierto que tenemos que dedicarles tiempo para enseñarles a afrontar los retos de su vida, construir su proyecto personal y disfrutar con ellos, pero no todo nuestro tiempo. ¡Qué ningún padre o madre se sienta culpable por no dedicarse en exclusiva a sus hijos!

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Porque ser buenos padres:

  • No es entregar la propia vida, ni dejar de ser uno mismo.
  • No implica desvivirse por los hijos, sino vivir con ellos, cada uno ocupando su lugar y realizando su propio proyecto de vida.
  • Es enseñarles a independizarse, a vivir sin nosotros, a ser ellos mismos, creando su propio proyecto.

En definitiva, nuestra tarea consiste en ayudarles a ser autónomos, a desprenderse de nosotros, a crecer ampliando su mundo de vivencias personales y de relación más allá de sus padres y de su propia familia; de la misma manera que nosotros debemos ampliarlo más allá de nuestros propios padres y de nuestros hijos, lo que no debilita en lo más mínimo, más bien al contrario, el profundo sentimiento de amor paterno-filial que impera y se fortalece a lo largo de la vida.